martes, 29 de abril de 2008

El arte de la Memoria

El Arte de Memoria hace cosas, que parecen prodigiosas en la repetición de un gran número de voces, aunque sean inconexas, y no significativas; pero que es enteramente inútil para las Ciencias, y otros usos humanos: así, que sólo sirve para ostentación, y juego: del lugar de las Memorias de Trevoux no me acuerdo. Bacon lo dice en el lib. 5 de Augment. Scient. cap. 5. Repito, que es bien verisímil lo que dicen estos Autores; pues cuando desprecian la Arte de Memoria como inútil, no le confesarían aquel admirable efecto, no siendo muy cierto.
¿Pero cómo se puede conciliar lo uno con lo otro? Quien puede repetir quinientas, o mil voces leídas, u oídas una vez, podrá repetir tres, o cuatro hojas de un libro, una vez que las lea... ¿Pues cómo puede menos de ser ésta una gran ventaja para la adquisición de las Ciencias? Diré lo que entiendo en el caso. Todos los que explican por mayor el Arte de Memoria, dicen, que éste consiste, lo primero, en fijar en la imaginación cierta multitud de partes de algún todo material, como las de un Edificio; las cuales partes sirven de lugares, o nichos, por donde se van distribuyendo por su orden las voces, o especies que se van leyendo, u oyendo, y que después, repasando mentalmente aquellos lugares por su orden, ellos mismos, presentados al entendimiento, van excitando sucesivamente la reminiscencia de las cosas, que se colocaron en ellos. De suerte, que, como los mismos Autores afirman, esto viene a ser como una escritura, o lección mental. Estámpase por medio de aquel artificio los caracteres en la imaginación, y después se van leyendo en ella, según el orden arbitrario que se les quiere dar, empezando por cualquier parte el edificio, y prosiguiendo en orden, o directo, o retrógrado; como el que lee la página de un libro, empezará por la voz que quisiere, e irá leyendo, o hacia delante, o hacia atrás, como se le antojare.
Puesto esto así, me parece que en esta escritura, o página mental, necesariamente ha de suceder lo que en aquel cartón aderezado, de que usan los Músicos para ensayar sus composiciones; esto es, que si después de ocuparle todo con alguna composición, quieren estampar otra en él, es preciso borrar enteramente la anterior. Pongamos, que todos aquellos lugares imaginarios, o imaginados, están ocupados con una larga serie de voces, y que se quiera estampar en ellos otra serie distinta. Esto no puede ser sino de uno de dos modos, o bien echando fuera los caracteres de la primera serie, o bien cubriéndolos (que es lo mismo que borrarlos) con los de la segunda; y tanto uno como otro, viene a ser un total olvido de ellos. De este modo se entiende bien, que la Memoria artificial sirva para la ostentación de repetir muchos centenares de voces, o muchas páginas de un libro; y con todo sea enteramente inepta para las Ciencias, y otros usos convenientes a la vida humana, porque nunca se sabrá en virtud de ella, sino lo que se aprendió el último día.

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