domingo, 13 de septiembre de 2009

La otra cara del Guernica

El Guernica es un Belén, una composición de un Nacimiento tal y como se viene representando en Europa y particularmente en España desde que, introducido por Carlos III, se convirtió en un motivo de regocijo familiar tradicional en la intimidad de la celebración de la Navidad. Un Belén con todos sus elementos: el buey, la mula, la Virgen, San José, y los pastores, además de la estrella y el ángel anunciador, en el instante que sigue a la súbita destrucción.
Evidentemente, Picasso transforma el modelo para que esa «adoración de los pastores» represente el horror, no de la guerra en general, sino de la Guerra de España en particular. El buey se transforma en un toro, siempre cerca de la Virgen. La mula se transforma en el caballo del picador en la corrida de toros, por eso aparece ataviado con el peto defensivo, con los pañuelos que envuelven su pecho y una de sus patas, mientras cae abatido por la misma lanza del picador, clavada en su grupa, cuya punta asoma por el vientre. La Virgen destrozada, sostiene al niño Jesús en brazos, muerto por las explosiones. No es la Piedad, porque no sostiene a Jesucristo arrancado de la Cruz, sino al niño Jesús reventado por las bombas. Aquí es donde arraiga el máximo patetismo de la escena. San José no es solamente el guerrero muerto que empuña una espada rota, es también una figurilla destrozada. Su cabeza, al igual que la mano que empuña la espada, parece más un trozo de una pieza del Nacimiento que un cuerpo desgarrado.
Asimismo, el personaje que ilumina la escena entrando desde la ventana de la derecha es el ángel anunciador de los pastores, y no meramente alguien sorprendido en el lecho por las bombas. Las dos mujeres que aparecen por la derecha, la mujer con la toquilla y la que eleva sus brazos al cielo, son los pastores que entran en escena en la adoración, una de ellas, al correr hacia la Virgen con el niño muerto, parece también arrodillarse. Del mismo modo, la Estrella de Oriente es la bombilla cenital estrellada que ilumina la escena.
Esta idea me pareció siempre demasiado arriesgada para presentarla en público, hasta que, buscando entre los intérpretes, encontré al menos dos planteamientos que coincidían plenamente con ella. Una proviene del genial Quino, que en dos viñetas nos cuenta la historia de una mujer que encarga a una señora de la limpieza la ordenación de un salón en el que figura una reproducción del Guernica. La mujer pone tanto celo en su trabajo que ordena el cuadro colocando los animales en el establo a la derecha, y los demás personajes a la izquierda en un orden que podría recordar un Belén. Más tarde encontré que el historiador del arte Jean Clair había propuesto una interpretación del Guernica como un Nacimiento invertido. La idea, por tanto, tiene un fundamento racional y ya podemos encontrar algunos artículos en Internet, uno muy interesante, firmado por Héctor Solsona Quilis, y otro por Luís Marián, que establecen esta relación sin ambigüedad.

Pablo Huerga Melcón, “La otra cara del Guernica”, Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas | 23 (2009.3)
http://www.ucm.es/info/nomadas/23/pablohuerga_es.pdf
http://www.nodulo.org/ec/2009/n090p13.htm

Héctor Solsona Quilis, “Teología del Guernica. (El Guernica de Picasso como primer cuadro de la muerte de Dios)”, A Parte Rei . Revista de Filosofía, 20, 2002
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/guernica.pdf

Luis Marián, “AntiNavidad: Guernica y Belén”
http://www.protestantedigital.com/new/leerarticulo.php?265