jueves, 2 de septiembre de 2010

Babel sobre Keats

Ode on a Grecian Urn

I
Thou still unravish'd bride of quietness,
Thou foster-child of silence and slow time,
Sylvian historian, who canst thus express
A flowery tale more sweetly than our rhyme:
What leaf-fring'd legend haunts about thy shape
Of deities or mortals, or of both,
In Tempe or the dales of Arcady?
What men or gods are these? What maidens loth?
What mad pursuit? What struggle to escape?
What pipes and timbréis? What wild ecstasy?

II
Heard melodies are sweet, but those unheard
Are sweeter; therefore, ye soft pipes, play on;
Not to the sensual ear, but, more endear'd,
Pipe to the spirit ditties of no tone:
Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave
Thy song, ñor ever can those trees be bare;
Bold Lover, never, never canst thou kiss,
Though winning near the goal -yet do not grieve;
She cannot fade, though thou hast not thy bliss,
For ever wilt thou love, and she be fair!

III
Ah, happy, happy boughs! that cannot shed
Your leaves, ñor ever bid the spring adieu;
And, happy melodist, unwearied,
For ever piping songs for ever new;
More happy love, more happy, happy love!
For ever warm and still to be enjoy'd,
For ever panting, and for ever young;
AU breathing human passion far above,
That leaves a heart high-sorrowful and cloy'd,
A burning forhead, and a parching tongue.

IV
Who are tríese coming to the sacrifice?
To what green altar, O mysterious priest,
Lead'st thou that heifer lowing at the skies,
And all her silken flanks with garlands drest?
What little town by river or sea shore,
Or mountain-built with peaceful citadel,
Is emptied of this folk, this pious morn?
And, little town, thy streets for evermore
Will silent be; and not a soul to tell
Why thou art desoíate, can e'er return?

V
O Attic shape! Fair attitude! with brede
Of marble men and maidens overwrought,
With forest branches and the trodden weed;
Thou, silent form, dost tease us out of thought
As doth eternity: Cold Pastoral!
When oíd age will this generation waste
Thou shalt remain, in midst of other woe
Than ours, a friend to man, to whom thou say'st,
'Beauty is truth, truth beauty,' -that is all
Ye know on earth, and all ye need to know.

Oda a una urna griega
I
Tú, novia intacta aún, de la quietud;
del Silencio adopción, del Tiempo lento;
silvana historiadora que mejor
que mis rimas relatas dulcemente:
¿Qué leyenda, rodeada de hojas, vive en tu forma?
¿De dioses? ¿de mortales o de ambos a la vez,
en los valles de Arcadia o de Tesalia?
¿Qué dioses o qué hombres son ésos? ¿Qué doncellas
reacias, perseguidas? ¿Qué lucha por huir?
¿Qué flautas, qué tambores? ¿Qué forestal visión?
II
Si es dulce el canto oído, el no escuchado
lo es más aún. Sonad, pues, suaves flautas,
no al oído sensual, sino al espíritu,
con delicia de canto sin sonido:
No puedes bajo los árboles, hermosa joven, dejar
tus sones; no pueden ellos nunca desnudarse de hojas;
atrevido amante, nunca, nunca la podrás besar,
¡tan cerca de lograrlo! -pero no has de entristecerte;
no puede ella marchitarse, y aunque no obtendrás tu dicha,
¡amarás eternamente y ella siempre será hermosa!
III
¡Ah, felices, felices ramas! nunca
sin hojas, en eterna primavera;
y músico feliz, que infatigable
tocas siempre en tu flauta cantos nuevos;
pero aún más el amor, ¡amor feliz!
por simpre ardiente y presto a disfrutarse,
palpitante por siempre y siempre joven;
todo alejado del ansiar humano
que agota y entristece corazones,
reseca el paladar, la frente inflama.
IV
¿Quiénes son los que van al sacrificio?
¿A qué altar, misterioso sacerdote,
llevas esa novilla que a los cielos
muge, el lomo sedeño engalanado?
¿Qué ciudad junto a un río o en la marina,
o entre montes, en paz, esta mañana
devota, sin sus gentes se ha quedado?
Tus calles, oh ciudad, estarán por siempre
en silencio, y jamás podrá tornar
alguien que diga por qué estás desierta.
V
¡Ática forma! ¡hermosa prestancia!
con casta de marmóreos personajes,
con ramajes y yerbas pisoteadas;
tú, forma silenciosa, nos arrancas
del pensamiento, tal la eternidad.
Cuando la vejez abata la actual generación,
en medio de otras miserias, permanecerás, amiga
de los hombres, y dirás: "Es la belleza verdad
y la verdad es belleza": esto es cuanto en la tierra
sabéis, no hace falta más.
(Recreación de J. David Pujante)

I
Tú, ¡novia aún intacta de la tranquilidad!
¡Tú, hija adoptiva del silencio y del tardo tiempo,
historiadora selvática, que puedes expresar
un cuento adornado con mayor dulzura que nuestra rima!
¿Qué leyenda con guirnaldas de hojas ronda tu forma
de deidades o mortales, o de ambos,
en Tempe o en las cañadas de Arcadia?
¿Qué hombres o dioses son ésos? ¿Qué doncellas reacias?
¿Qué loco propósito? ¿Qué lucha por escapar?
¿Qué caramillos y panderos? ¿Qué loco éxtasis?

II
Las melodías conocidas dulces son, pero las desconocidas
aún son más dulces; así vosotros, suaves caramillos, tocad:
no para el oído sensible, sino, más queridos,
tocad para el espíritu cantinelas sin tono.
Hermosa juventud, debajo de los árboles no puedes dejar
tu canción, ni nunca esos árboles quedarse dormidos;
atrevido amante, nunca, nunca podrás besar,
aunque triunfante estés a un paso de la meta, pero no te lamentes,
ella no se desvanecerá, aunque tú no tengas tu deleite,
¡pues por siempre amarás y hermosa ella será!

III
¡Oh, alegres ramas que no podéis arrojar
vuestras hojas, ni despediros de la primavera;
y feliz músico, infatigable,
siempre tocando canciones por siempre nuevas!
¡Amor más feliz!¡Más feliz, feliz amor!
Siempre cálido y aún por gozar,
siempre anhelante y por siempre joven:
respirando muy por encima de la pasión humana,
que deja el corazón muy triste y hastiado,
frente enfebrecida y lengua agostada.

IV
¿Quiénes se acercan al sacrificio?
¿A qué verde altar, oh misterioso sacerdote,
llevas esa vaquilla que muge al cielo,
con sus sedosos flancos con guirnaldas adornados?
¿Qué pueblecillo junto al río o la costa marina,
o construido en la montaña, con pacífica ciudadela,
se ha quedado vacío de su gente, esta piadosa mañana?
Y, pueblecillo, tus calles para siempre
estarán en silencio y ni alma que diga
por qué estás desierto, podrá regresar nunca.

V
¡Oh forma ática! ¡Bella actitud! Con guirnaldas
de marmóreos hombres y doncellas muy bien tallados,
con ramas de bosques y la hierba hollada;
tú, forma callada, nos tientas al pensamiento
de igual forma que la eternidad:¡fría égloga!
Cuando la vejez desgaste esta generación,
tú seguirás en medio de otro dolor,
que no el nuestro, amiga del hombre, a quien dices:
"la belleza es la verdad, la verdad belleza"; esto es todo
lo que sabes de la tierra, y todo lo que saber necesitas.

(Traducción de Martín Triana)

Tú, todavía virgen esposa de la calma,
Criatura nutrida de silencio y de tiempo,
Narradora del bosque que nos cuentas
Una florida historia más suave que estos versos.
En el foliado friso, ¿qué leyenda te ronda
De dioses o mortales, o de ambos quizá,
Que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia?
¿Qué deidades son esas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes?
¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera?
¿Quién lucha por huir?
¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí?

Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas;
Sonad por eso tiernas zampoñas,
No para los sentidos, sino más exquisitas,
Tocad para el espíritu canciones silenciosas.

Bello doncel, debajo de los árboles tu canto
Ya no pedes cesar, como no pueden ellos deshojarse.
Osado amante, nunca, nunca podrás besarla
Aunque casi la alcances, mas no te desesperes:
Marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia,
¡Serás su amante siempre, y ella por siempre bella!

¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes
que no despedirán jamás la primavera!
Y tú, dichoso músico, que infatigable
Modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.
¡Dichoso amor, aún más dichoso!
Por siempre ardiente y jamás saciado,
Anhelante por siempre y para siempre joven;
Cuán superior a la pasión del hombre
Que en pena deja el corazón hastiado,
La garganta y la frente abrasadas de ardores.


Éstos, ¿quiénes serán que al sacrificio acuden?
¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante,
llevas esa ternera que hacia los cielos muge,
los suaves flancos cubiertos de guirnaldas?
¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar,
alzada en la montaña su calma ciudadela
vacía está de gentes esta sacra mañana?
Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas
Tus calles quedarán, y ni un alma que sepa
Por qué estás desolado, podrá nunca volver.

¡Ática imagen! ¡Bella acritud, marmórea estirpe
de hombres y de doncellas cinceladas,
con ramas de floresta y pisoteadas hierbas!
¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede
como la Eternidad! ¡Oh fría pastoral!
Cuando a nuestra generación destruya el tiempo
Tú permanecerás, entre penas distintas
De las nuestras, amiga de los hombres, diciendo: “La belleza es
verdad y la verdad belleza”... Nada más
Se sabe en esta tierra, y no más hace falta.

(Traducción de Julio Cortázar)
¡Oh tú, inviolada novia del reposo!
Tú, hija del Silencio y el espacioso Tiempo,
historiadora rústica que sabes expresar
un cuento de un modo más dulce que esta rima.
¿Qué leyenda ornada de hojas te rodea
de dioses o mortales, o se trata de ambos,
en Tempe o los valles de la Arcadia?
¿Qué hombres o dioses esos? ¿Qué reacias doncellas?
¿Qué búsqueda insensata? ¿Qué esfuerzo por huir?
¿Qué caramillos y panderos? ¿Qué éxtasis?



Melodías que han sido escuchadas son dulces,
inauditas son más: sonad pues, caramillos,
pero no en el oído, sino más seductores,
tocad para el espíritu cancionetas sin tono.
Hermosísima joven, nunca cesa tu canto
debajo de esos árboles que no pierden sus hojas;
intrépido amante, nunca logras tu beso
aun estando tan cerca; pero no te lamentes,
ella no ha de esfumarse aunque no halles tu dicha,
¡amarás para siempre y será siempre hermosa!



Felicísimas ramas que ni aun despediros
podéis de vuestras hojas ni de la primavera;
y músico feliz que incansable interpretas
para siempre canciones nuevas ya para siempre;
¡amor más que feliz!, ¡más que feliz amor!,
para siempre cálido y presto a ser disfrutado,
para siempre anhelante y para siempre joven.
Aquí todo respira pasión sobrehumana
que deja el corazón apenado y ahíto,
abrasando la frente y la lengua reseca.



¿Quiénes son los que vienen hacia el sacrificio?
¿A qué verde altar, extraño sacerdote,
guías esa novilla que muge a los cielos
con sus sedosos flancos ornados de guirnaldas?
¿Qué pueblecillo próximo a un río o al mar,
o alzado en la montaña con su alcázar pacífico,
se vacía de gente esta pía mañana?
Pueblecillo, tus calles en silencio
estarán para siempre y ni un alma que diga
por qué estás tan desierto ha de tornar.



¡Oh pieza ática! ¡Qué bellamente
dispones sobre el mármol excelentes varones
y labradas doncellas junto a hierbas y ramas!
Tú excedes, callada forma, al pensamiento
como la eternidad. ¡Oh fría Égloga!
Cuando la edad consuma esta generación
continuarás en medio de otro dolor que el nuestro
como amiga del hombre al que dices:
"la belleza es verdad, la verdad es belleza;
esto es cuanto sabes y saber necesitas".

(Traduccción Rafael Lobarte)

Tú, la novia inviolada del reposo,
hija del lento Tiempo y el Sosiego,
silvana poeta, cuenta tu frondoso
poema, más dulce que éste que yo alego:
¿qué leyenda foliada te rodea,
de hombres o de deidades, de los dos,
en Tempe o en la Arcadia pastoral?
¿De qué huyen las doncellas? ¿Y ese dios?
¿O es mortal? ¿Quién acosa y quién pelea?
¿Y aquellas flautas? ¿Qué éxtasis brutal?


Al oído las músicas son bellas,
pero más las que no se escuchan: suenen,
flautas, no las que se oyen, sino aquellas
calladas que a las almas enajenen:
joven del árbol, no podrás dejar
tu canción ni aquel árbol caer sus ramas;
nunca, nunca podrás besar, amante,
aunque estés cerca; no hay por qué llorar:
que aunque no seas feliz, ella no obstante
será por siempre hermosa y tú la amas.


Ah, feliz, feliz árbol, no dirás
adiós ni a hojas ni a la Primavera;
y feliz melodista, que tenaz
tocas siempre tu flauta cancionera;
¡Y el amor, más feliz! ¡Feliz amor!
Siempre ardiente mas nunca disfrutado
para siempre jovial, siempre anhelante;
muy por encima del humano ardor
que deja el corazón de pena hastiado,
la frente en fiebre, el hálito quemante.


¿Quiénes al sacrificio están viniendo?
Sacerdote, ¿a cuál verde altar orientas
al ternero que al cielo va mugiendo,
ornado con guirnaldas opulentas?
¿Qué aldea, junto al mar o junto al río
o en la falda de un monte en pía calma,
sin gente esta mañana se ha quedado?
Aldea, para siempre habrá un vacío
en tus mudos senderos, y ni un alma
dirá por qué está todo desolado.


Ática pieza, qué hermoso entramado
de elaborados hombres y mujeres,
con ramas y con hierbas matizado;
con tu callada forma nos sugieres
la misma eternidad. Cuando el proceso
de los años agote nuestra edad,
las penas de otros hombres has de ver,
siempre amiga, diciendo: "la verdad
es lo bello, y lo bello, verdad: éso
es todo lo que puedes aprender".
(Traducción de Leandro Fanzone, )

Oda a una urna griega



I
¡Tú, aún no mancillada novia de la calma!,
¡tú, criatura alimentada por el silencio y por el lento tiempo,
historiadora del bosque, que así expresar puedes
un florido relato de forma más dulce que nuestras rimas!:
¿qué leyenda con hojas orlada vaga en torno a tu figura,
ya de deidades, de mortales o de ambos,
situada en el Tempe o en los valles de Arcadia?
¿Qué hombres o dioses son ellos?, ¿qué esquivas doncellas?,
¿qué persecución delirante?, ¿qué lucha por escapar?,
¿qué flautas y panderos?, ¿qué éxtasis salvaje?

II
Dulces son las melodías oídas, pero aquellas nunca oídas
mucho más dulces son aún; por lo tanto, seguid tocando,
suaves flautas, no para el sensual oído, sino, más encariñadas,
tocad canciones silenciosas para el alma.
Bello joven, bajo los árboles, no puedes tú abandonar tu canto,
así como tampoco pueden quedar sin hojas esas ramas.
Osado amante, nunca, nunca podrás tú besarla,
por mucho que a sus labios te acerques; mas no te aflijas:
nunca podrá ella marchitarse, aunque no puedas tú la dicha alcanzar,
¡por siempre tú amarás, y ella hermosa permanecerá!

III
¡Ah, felices, felices ramas, que no podéis perder
las hojas, ni decir jamás adiós a la perenne Primavera!;
¡y tú, feliz melodista, que, infatigable,
por siempre entonas con tu flauta canciones nuevas!;
¡y tú, amor, aún más feliz, más feliz, feliz amor,
por siempre cálido y aún por ser disfrutado,
por siempre anhelante y por siempre joven!,
todos muy por encima de la pasión humana,
la cual nos deja siempre el corazón triste y hastiado,
la frente ardiente y la lengua penosamente abrasada.

IV
¿Quiénes son aquellos que se dirigen hacia el sacrificio?
¿A qué verde altar, oh, misterioso sacerdote,
conduces tú a esa ternera que al cielo muge
con sus sedosos flancos por guirnaldas cubiertos?
¿Qué pequeña aldea con río o costa lindante,
o sobre montaña construida con pacífica ciudadela,
quedó vacía de sus gentes esta piadosa mañana?
¡Ah, pequeña aldea, tus calles por siempre
en silencio quedarán, y ni un alma para explicar
por qué tú desolada estás podrá jamás retornar!

V
¡Oh, figura ática!, ¡noble actitud!, profusamente ornada
con hombres y doncellas en mármol cincelados,
con ramas de bosques y con hierbas holladas;
¡tú, forma silenciosa!, que nos sumes en el pensamiento
tal como la eternidad lo hace, ¡oh, fría pastoral!:
cuando la vejez consuma a esta generación,
tú sobrevivirás, entre aflicciones distintas a las nuestras,
como una amiga para el hombre, a quien dices:
«La belleza es verdad, la verdad, belleza»; eso es todo
lo que sabes en la tierra, y todo lo que saber necesitas.

(Traducción de E.)


Silencio

lunes, 3 de mayo de 2010

Etcétera

Chronologie ·

par Bernard Gauthier et Alexandre Gefen

1867: naissance de Marcel Schwob à Chaville le 23 août. Son père, George Schwob, est proche de Théodore de Banville et de Théophile Gautier, participa au Corsaire Satan de Baudelaire, et signe avec Jules Verne une pièce de théâtre ; mêlé au mouvement fouriériste, il vécut dix ans en Egypte comme chef du cabinet du ministre des affaires étrangères.

Sa mère, Mathilde Cahun, est issue d’une famille d’origine alsacienne, remontant jusqu’à selon une légende familiale jusqu’à saint Louis (Caym de Sainte-Menehould, que Joinville avait emmené outremer). Les Cahun forment une longue lignée d’intellectuels juifs (l’arrière-grand-père de Marcel, Anselme Cahun, fut président du Consistoire israélite au temps du Concordat), dont la très haute culture et le patriotisme feront toujours l’orgueil de Marcel.

1876: la famille se fixe à Nantes, où George Schwob acquiert le Phare de la Loire, principal journal républicain de la région. Les parents donnent à leurs enfants gouvernantes anglaises et précepteurs allemands : Marcel manifestant une étonnante précocité, dévore aussi bien des grammaires comparées que les contes d’E. Poe et maîtrise l’allemand et l’anglais dès l’âge de dix ans. Très bon élève, il publie à onze ans dans le journal de son père son premier article, consacré à Un Capitaine de quinze ans de Jules Verne.

1881-1882: Marcel Schwob part à Paris pour y faire faire ses études, et réside chez son oncle Léon Cahun à la Bibliothèque Mazarine. Le séjour est déterminant pour la vocation littéraire du jeune homme : bibliothécaire en chef de la Mazarine, Léon Cahun a rapporté de ses voyages en Asie Mineure, en Syrie et sur les bords de l’Euphrate des romans historiques et d’aventures documentés : Les Aventures du capitaine Magon, La bannière bleue, les Pilotes d’Ango, les Mercenaires, Hassan le Janissaire. « Son oncle Léon Cahun, que l’on appelle simplement un orientaliste mais dont l’érudition était universelle et auquel il faudra bien rendre, un jour, la justice qui lui est due » (Apollinaire) transmet à son neveu tant le goût de l’ethnologie que celui de l’archive et lui fait lire Villon et Rabelais.

Schwob suit les cours au Lycée Louis-Le-Grand où il fait la connaissance de Léon Daudet et de Paul Claudel qui demeurera son fidèle ami. « Déjà érudit mais dédaigneux du programme », selon les mots de Léon Daudet, il se distingue en latin, en anglais et en allemand, lit Shopenhauer, traduit Les Derniers jours d’Emmanuel Kant de Thomas de Quincey.

1883-1884: Schwob étudie la philologie et le sanscrit à l’Ecole des Hautes Etudes; il, entreprend de premières traductions (Catulle) et de nombreux poèmes (dont un Faust et un Prométhée, qu’il abandonnera) et s’essaye à des genres et des registres extrêmement variés, allant du conte merveilleux à la nouvelle naturaliste.

Découverte de Robert Louis Stevenson. Recalé au baccalauréat en juillet 1884, Schwob s’intéresse à la Rome antique, à ses bas-fonds, sa pègre et sa prostitution, en préparation d’un long récit qui deviendra Poupa, scène de la vie latine, son premier conte historique.

1885-1886: après avoir obtenu le baccalauréat, Schwob devance l’appel et effectue son service militaire à Vannes, au 35e régiment d’artillerie. Expérience vécue douloureusement, l’armée offre néanmoins à Schwob un immense champ d’enquête sociologique et ethnologique, qui sera exploité dans Cœur Double. Au contact des milieux populaires, Schwob découvre notamment la richesse et la complexité de l’argot parlé et s’exerce même à la rédaction d’un recueil de poèmes argotiques inspirés de Vidocq et de Lacenaire, la Lanterne rouge, où apparaît l’ombre de Gérard de Nerval.

1887-1889: échec au concours d’entrée à l’Ecole normale supérieure, mais réussite brillante à la licence. En Sorbonne, Marcel lit Aristote et Spinoza et découvre la philosophie continuiste professée par Émile Boutroux, pour lequel la contingence historique peut se résorber en un jeu à sommes nulles. La doctrine mystique selon laquelle la conscience peut « par la perception immobile d’un seul objet, supprimer le temps et créer l’éternité intensive » imprégnera les cycles historiques de la Légende des Gueux et des Vies imaginaires.

Schwob suit également à l’École des Hautes Études les cours des linguistes Ferdinand de Saussure et de Michel Bréal. La conception saussurienne du signe individuel comme faisant partie d’un système organisé et autonome transparaîtra dans la préface au Roi au Masque d’Or, qui transpose dans le vocabulaire de la linguistique comparée la doctrine Symboliste.

Rédaction d’une Etude sur l’argot français avec son ami Georges Guieysse, où Schwob défend l’idée que l’argot est le contraire d’une langue spontanée, mais une langue artificielle et codée ; il s’intéresse tout particulièrement à l’élucidation de l’œuvre de François Villon, qui demeurera sa grande passion, et dont la personnalité mystérieuse le fascine. Georges Guieysse se suicide quelques jours après la publication de l’étude.

Schwob publie dans le journal de son père une série de « notes sur Paris » (sur la chanson populaire, les bals publics, la vie de brasserie), et des articles critiques, en particulier sur Robert-Louis Stevenson avec qui il entame une correspondance. Publication des Trois Gabelous (Cœur Double) dans le Phare de la Loire.

1890: Schwob effectue des recherches aux Archives Nationales sur les documents du XVe siècle et met au jour avec l’historien Auguste
Longnon des documents essentiels sur la vie de Villon. « Il s’est épris des étranges malfaiteurs du moyen âge, des coquillards mystérieux, des redoutables mauvais garçons, de tout ce peuple souterrain qui composait « les classes dangereuses », aux mœurs singulières, aux coutumes peu
connues, à la langue attachante », note Bernard Lazare ; recherche qui aboutit, en 1892, à la publication dans la Revue des deux mondes d’une importante biographie de François Villon. Ces travaux, déterminants, furent l’objet de violentes attaques antisémites de Drumont dans la Libre parole.

Il s’installe rue de l’Université, dans un entresol encombré de livres dont l’étrangeté fascinera tous ses visiteurs. Correspondance avec le critique hollandais Byvanck, qui enquête sur la littérature contemporaine française, et collaboration à différents journaux : à Nantes le Phare (et le Petit Phare), auxquels il adresse des contes, des portraits, mais aussi, plusieurs fois par semaine, de petits éditoriaux sur les événements du jour ; et surtout à Paris, à l’Echo de Paris où publient Jean Lorrain, Octave Mirbeau, Remy de Gourmont, Guy de Maupassant, Jules Renard, Anatole France.

1891-93: Schwob prend la direction avec Catulle Mendès du supplément littéraire de l’Echo de Paris et devient un personnage important du monde littéraire parisien. Rencontre avec Jules Renard, dont il restera proche, qui le décrit en ces termes : « Schwob n’a pas vingt-quatre ans. Il en porte 30. Il a été refusé à l’École Normale par de la Coulonche, pour le discours français évidemment. Il a été reçu premier à la licence, avant les normaliens qui s’étaient présentés à Normale en même temps que lui. Il n’a jamais écrit une ligne qui ne fût payée, et il est entré à l’Événement, en écrivant de province, à Magnier, pour lui offrir de faire des chroniques. Il a le mépris des cheveux et se fait presque raser la tête. C’est un journaliste du genre savant et de l’espèce rare, un travailleur qui veut des choses, qui croit à des choses, méprise des choses; un indéchiffré encore pour moi » (16 février 1891).

Publication de Coeur double (1891), dédié à Stevenson, puis du Roi au masque d’or (1892), qui recueillent des contesà dominante fantastique.

« Marcel Schwob lit ses contes dans la petite chambrede la rue de l’Université, d’un ton péremptoire, d’une voix blanche ; sesauditeurs demeurent sous le magnétisme du regard illuminant le front de ce gros petit homme, à la figure douce et poupine, virgulée par la moustache chinoise qu’il portait alors » (P. Champion). « Il pense que nous arrivons tard et qu’il ne nous reste qu’une chose à faire après nos aînés: bien écrire », note Jules Renard.

En compagnie de Byvanck il rencontre Rodin, Catulle Mendès, Allais, Aristide Bruant, Verlaine, Renard, Monet, Barrès (de cette série d’entretiens naît Un Hollandais à Paris en 1891, publié en avril 1892 et préfacé par Anatole France). Schwob fréquente André Gide, Jean Lorrain, Georges Courteline, Octave Mirbeau, Oscar Wilde qu’il accompagne dans les salons parisiens. Il défend la première pièce de Claudel, Tête d’or, fait publier l’Ecornifleur de Renard.

Mort de George Schwob.

1893-94: Schwob s’intéresse au théâtre et notamment à l’œuvre d’Henrik Ibsen, sur laquelle il prononce plusieurs conférences. Il participe au Mercure de France, corrige Salomé d’Oscar Wilde et Pelleas
et Mélisande de Maeterlinck et soutient Jarry. Il publie Mimes, supercherie érudite prenant forme d’un recueil de poèmes en prose présentés comme traduits du grec ancien.

Il fréquente le salon de Mallarmé et Paul Valéry, avec qui il se liera d’amitié et fait la connaissance de Colette, qui devient une amie proche.

Mort de Louise, atteinte de la tuberculose, le 7 décembre 1893, à l’âge de 25 ans. Jeune ouvrière à l’esprit enfantin qui se prostituait, Louise fut à Schwob ce que Ann fut à Thomas de Quincey. « J’ai pour maîtresse une toute petite fille qui est bien bête, mais si gentiment » (Journal de Jules Renard, 17 mars 1891).

Profonde dépression qui frappe tous ses amis « Schwob va vers la mort, et lui parti, je reprends mes soucis journaliers, ma vie puérile » ; « et nous égoïstes, nous étions agacés par cette façon de souffrir si longtemps à cause d’une morte » (Journal de Jules Renard, 6 mars et 30 mai 1894).


Évangile mystique et nihiliste narré par une enfant, le Livre de Monelle, « chef-d’oeuvre de tristesse et d’amour » (Gourmont), paraît à l’été 1894.

Premiers symptômes d’une maladie intestinale, dont Schwob tentera d’apaiser les douleurs par l’opium et l’éther.

Schwob se consacre notamment à la traduction d’auteurs anglais qu’il admire depuis l’enfance. Chez ses amis à dîner il apporte « son plat à lui », un livre anglais qu’il ouvre et traduit devant eux : un roman inconnu de Daniel Defoe, Moll Flanders.

1894-1895: Pour consoler Schwob de son deuil, Léon Daudet l’emmène en Hollande et en Angleterre, où ils rencontrent l’écrivain George Meredith. À son retour, il s’établit rue Vaneau, lisant jour et nuit, en particulier des histoires de flibustiers et de corsaires.

En juillet 1894, il annonce dans le Journal le cycle des Vies imaginaires, conçues comme la « vie de certains poètes, dieux, assassins et pirates ainsi que de plusieurs princesses et dames galantes ».


En novembre il prononce une conférence sur Annabella et Giovanni, une pièce du dramaturge élisabéthain John Ford qu’il a fait redécouvrir, et qui est représentée au Théâtre de l’Œuvre dans une traduction de Maeterlinck.


Rencontre avec la jeune actrice Marguerite Moreno, dont il tombe éperdument amoureux. Il l’épousera en 1900 à Londres.

Publication de la traduction de Moll Flanders. Dans le Journal paraissent, parallèlement aux Vies, les textes qui formeront la Croisade des enfants.

1896: alors que paraissent en volumes la Croisade des enfants et les Vies imaginaires, Schwob est hospitalisé dans la clinique du docteur Albarran. Il est opéré pour la première fois d’un mal mystérieux, qui sera diversement diagnostiqué. Il subira quatre autres opérations, qui le laisseront dans l’état d’un « chien vivisectionné », à la merci de la morphine.

Parution en volume de La Croisade des enfants, récit polyphonique inspiré d’une légende médiévale (le texte sera plus tard adapté musicalement par Gabriel Pierné) et des Vies imaginaires. Les critiques saluent un héritier du Nerval des Illuminés et du Flaubert de Salamnbô et de la Tentation.


Schwob publie également un recueil de ses principales préfaces et articles théoriques sous le titre Spicilège, et fait publier au Mercure de France Ubu roi de Jarry, qui lui est dédié.

1896-1900: Schwob déménage à de nombreuses reprises ; Il fréquente Gourmont, Mirbeau, Rodin, rencontre Montesquiou, qui lui offre un chat noir, et Marcel Proust, auquel il prête un livre.

À l’exception d’un conte, L’Étoile de bois, qui sera sa dernière oeuvre de fiction, Schwob travaille surtout pour le théâtre. Il traduit avec Eugène Morand Hamlet de Shakespeare: la pièce est jouée en 1899 par Sarah Bernhardt et entreprend également une pièce de théâtre, Jane Shore, qui ne sera jamais jouée.

Engagement journalistique pour défendre Dreyfus, qui lui vaut une rupture avec Léon Daudet et Paul Valéry.

1900-1901: Schwob se cloître en compagnie d’un chinois lettré, Ting-Tse-Ying, qu’il a recueilli à la fermeture du pavillon chinois de l’Exposition universelle, et qui lui sert de domestique, et reprend son projet d’un grand livre sur François Villon, qu’interrompt une nouvelle fois la maladie. Il s’éloigne d’André Gide après la parution des Nourritures terrestres, lui reprochant d’avoir plagié le Livre de Monelle, mais se lie avec Francis Jammes.

Après des séjours pénibles à Jersey en compagnie des marins et de Marion Crawford, et un voyage thérapeutique à Uriage, Schwob s’embarque en octobre 1901 pour les mers australes et Samoa, sur les traces de Stevenson, qui y était mort en décembre 1894; il passe par Suez et Port-Saïd, Aden, Ceylan, l’Australie, adressant des lettres à Marguerite qui forment un journal de voyage à la fois pittoresque et intérieur. Il parvient en décembre à Samoa, où il devient sous le nom de « Maselo » un « tulafale », un conteur public autour duquel s’assemblent les Samoans.

Atteint d’une violente pneunomie en janvier, il rembarque aussitôt.

1901-1905: à son retour, il traduit Macbeth, de Shakespeare, qu’il va lire à Sarah Bernhardt, et Francesca da Rimini, de Francis Marion Crawford.

Publication en mai 1903 des Mœurs des diurnales, satire féroce du langage journalistique. Schwob s’installe rue Saint-Louis-en-l’Isle où il reçoit notamment Pierre Louÿs, Apollinaire et Henri de Régnier ; Paul Léautaud se propose pour être son secrétaire. Lorsque sa santé lui permet de se
rendre à la Bibliothèque Nationale, Schwob travaille à son « grand livre » sur François Villon qui restera inachevé.

En décembre 1904, Schwob commence un cours à l’École des Hautes Études auquel assisteront notamment Catherine Pozzi, André Salmon, Max Jacob et Picasso. « Je revois la petite salle étroite, ayant pour tout mobilier une table de bois blanc et quelques chaises. Au dernier moment, on allume un fourneau à gaz. Marcel Schwob entre, blanc comme un cadavre. On lui met, sous les pieds, une bouillotte d’eau chaude ; il boit une gorgée d’eau, et d’une voix douce, si basse qu’elle ne dépasse guère les premiers rangs des chaises occupées une demi-heure à l’avance par ses admirateurs, il évoque Paris et Villon » (J. Clarétie).

Malgré, ou à cause de son état de santé, il séjourne en 1904 au Portugal, en Espagne et en Italie, puis en Suisse. Nombreux projets littéraires (une étude sur Dickens et le roman russe, une légende de Saint François d’Assise, un drame inspiré des Filles du Feu) qui resteront inachevés à l’exception des brefs « Dialogues d’Utopie » et de Il Libro della mia memoria, évocation de ses lectures d’enfance entremêlée de poésie mystique, qui paraît dans Vers et prose de Paul Fort.


Alors que Marguerite Moréno est en tournée, Marcel Schwob meurt d’une grippe le 26 février 1905, à l’âge de 37 ans. « Le lieu commun est vrai, note Léautaud devant sa dépouille, il avait bien l’air de dormir ».

Biografía


Marcel Schwob

(Chaville, Seine-et-Oise, 1867-París, 1905) Escritor francés. Autor de dos colecciones de cuentos (Corazón doble, 1891 y El rey de la máscara de oro, 1893), de poemas en prosa (El libro de Monelle, 1894; Mimos, 1894), etcétera.

domingo, 2 de mayo de 2010

"La science historique nous laisse dans l’incertitude sur les individus. Elle ne nous révèle que les points par où ils furent attachés aux actions générales. Elle nous dit que Napoléon était souffrant le jour de Waterloo, qu’il faut attribuer l’excessive activité intellectuelle de Newton à la continence absolue de son tempérament, qu’Alexandre était ivre lorsqu’il tua Klitos et que la fistule de Louis XIV put être la cause de certaines de ses résolutions. Pascal raisonne sur le nez de Cléopâtre, s’il eût été plus court, ou sur un grain de sable dans l’urètre de Cromwell. Tous ces faits individuels n’ont de valeur que parce qu’ils ont modifié les événements ou qu’ils auraient pu en dévier la série. Ce sont des causes réelles ou possibles. Il faut les laisser aux savants.
L’art est à l’opposé des idées générales, ne décrit que l’individuel, ne désire que l’unique. Il ne classe pas ; il déclasse. (...)

L’art du biographe serait de donner autant de prix à la vie d’un pauvre acteur qu’à la vie de Shakespeare. C’est un bas instinct qui nous fait remarquer avec plaisir le raccourcissement du sternomastoïdien dans le buste d’Alexandre, ou la mèche au front dans le portrait de Napoléon. Le sourire de Monna Lisa, dont nous ne savons rien (c’est peut-être un visage d’homme) est plus mystérieux. Une grimace dessinée par Hokusaï entraîne à de plus profondes méditations. Si l’on tentait l’art où excellèrent Boswell et Aubrey, il ne faudrait sans doute point décrire minutieusement le plus grand homme de son temps, ou noter la caractéristique des plus célèbres dans le passé, mais raconter avec le même souci les existences uniques des hommes, qu’ils aient été divins, médiocres, ou criminels"

Marcel Schwob

viernes, 1 de enero de 2010

Escena de guerra

“Mientras jugamos un bridge en mi cuarto, confortablemente y con whisky, nos vemos interrumpidos de nuevo por las sirenas y la incursión de aviones enemigos: diez o quince. A pesar de que la noche es infinitamente clara, los proyectores luminosos –bastante deficientes- barren el cielo. El espectáculo es de una gran emoción: las sirenas que gimen trágicamente, los disparos de la defensa antiaérea, las luces de bengala, el rumor de la ciudad …

Todas las luces están apagadas.

Con los guardias estamos asomados a la ventana de la cocina. La señora de la terraza de arriba ha entrado su canario como lo hace cada vez que hay bombardeo…”

Carlos Morla Lynch, “España sufre. Diarios de guerra en el Madrid republicano”, anotación del 31 de octubre de 1936

martes, 8 de diciembre de 2009

Regreso


UNDER the wide and starry sky,
Dig the grave and let me lie.
Glad did I live and gladly die,
And I laid me down with a will.

This be the verse you grave for me:
Here he lies where he longed to be;
Home is the sailor, home from the sea,
And the hunter home from the hill.

domingo, 18 de octubre de 2009

Crítica antológica de una "traducción" de Chomsky

Na traducción asturiana del llibru de Chomsky malapenes podemos siguir el filu del pensamientu d'esti profesor eméritu del Institutu Tecnolóxicu de Massachusetts (MIT). Tropezamos darréu con expresiones y construcciones que voi calificar de rares por ser amable. Podía poner milenta exemplos (y ello ensin acudir al orixinal inglés), pero voi limitame al primer párrafu del llibru, procurando dexar de llau posibles repunancies míes. «Tar n'arba de facer» ye tar nel reborde, non a puntu o a piques de facer. En llegando a aquelles persones que «finaron sofitando a George W. Bush», doi un respigu. De mano, como soi de pueblu, veo forquetos (sofitos) debaxo de Bush, pero traduzo mentalmente la imaxe al asturianu modernu y yá veo «apoyos». Pero ¿y «finaron»? ¿Morrieron dando soporte a Bush? Non tal, claro. L'autor fala de xente qu'acabó apoyando a Bush. Quien nun seya a estremar los matices sutiles qu'hai ente acabar y finar nun había de dedicase a traducir o, polo menos, nun debía publicar. Ente otres coses, pa que nengún falante tenga que dicinos qu'«esto nun ye bable nin Cristo que lo fundó».